Suponemos que todo estudio tiene como fin el aprendizaje. Es lamentable por ello que este aprendizaje implique también el aprendizaje de todas las taras burocráticas y corrupción que afectan al país. Lo cual es más grave aún si esto se da en una institución que está encargada de forjar profesionales liberales, que realizaran sus labores en el espacio simbólico de la sociedad.
Por ello es inaceptable la situación de la ENSABAP, pues se está haciendo una costumbre generacional el hecho de tener que sumar a los cinco años “normales” de estudio, uno más de aprendizaje para defender los derechos estudiantiles y la institucionalidad, ante la carencia de una educación eficiente y humanista.
Ahora más de un lustro después de la Toma, se vuelve a repetir la historia y ha hablar de malos manejos, malversación y corrupción, en perjuicio de los alumnos, de estudiantes que siguen sus cursos en condiciones antipedagógicas, inseguras e inhumanas, pues la Comisión interventora que debería solucionar los problemas, no ha solucionado nada, y ha agudizado más aún esa sensación de crisis institucional que heredaron tras la toma del 2001.
Todo esto muestra la urgencia de una profunda reforma estructural en el sistema de educación de Bellas Artes, pues el mal más que de personas parece ser de una estructura institucional que permite que estos hechos se repitan impunemente, por eso pienso que se debería ahora tomar partido y exigir por un cambio radical, en la constitución, distribución y departamentos de poder de la Escuela, que pueda darle una mayor capacidad de decisión, en lo que más les afecta a los estudiantes, es decir en su educación misma. Algo más orientado a un espíritu de modernidad creativa y artística, y menos escolástica. Pues las actuales formas nos están diciendo que esas viejas estructuras y las actitudes conservadoras no sirven.